Antes de nada, lee la parte 1 aquí
Una de las cosas más difíciles de describir es el uni, o erizo de mar. Dato divertido: lo que se come no es su carne, sino las gónadas, o «bolsas llenas de huevas», para ponerlo un poco más apto para todos los públicos. La textura es increíblemente sutil, cremosa, sedosa, suave, salada, y… mmmm…
Imagina morder espuma de mar, en el estado más sabroso y puro, con un poco de wasabi por encima. No esa basura que sirven en los bufetes de sushi (el cual es rábano teñido), sino la raíz de verdad, que se vende a 150€ el kilo. Para seguir, llené el buche con más sashimi (tiras de pescado sin arroz) de atún. La medio-grasa era mi preferida, pero es como si te preguntan si prefieres solomillo o entrecot; si te lo dan de comer, tu disfrutas igual.
Tras mucho más andar y dar vueltas, nos paramos a probar varios tipos de sake (vino de arroz), servido frío, antes de la hora de comer. En alguna parte del mundo son las 8 de la tarde, por lo que vale, ¿no? También había unos pinchitos de sepia, solomillo, pollo… El que me estaba llamando era uno de carne kobe por el módico precio de 8,000 yenes (si, 70€ para un único pincho de carne). No tenía suelto, pero tendré que probarlo tras comprar mi tercer yate.
Por desgracia, el tour se tenía que terminar, a pesar de nuestras lágrimas y súplicas. Estábamos a punto de irnos por a nuestras respectivas casas y hoteles, cuando propuse terminar a lo grande: teníamos que comer en Sushi-zan-mai, la cual es mejor cadena del mundo en sushi, cuyo sueño es obsesionarse en ofrecer la mejor calidad posible. Kiyoshi Kimura, el dueño, tiene el Record Guinness por comprar el pez más caro de la historia: un atún de 278 kilos por «sólo» 333.6 millones de yenes (casi tres millones de euros). Cuando lo preparó y dio de comer a sus clientes, lo vendió a precio normal. Eso sí que es dedicación!
Mirad, he viajado mucho, y probado el sushi en más de 6 países en 3 continentes diferentes, y eso no es lo mismo. No hay nada semejante en todo el mundo. Te llevas uno de estos a la boca y lo único que puedes hacer es callarte, y agradecer a los dioses y espíritus por ese momento. Había tipos de pescado que no reconocía, servido con una disciplina y atención que sólo existe en ese país. El aperitivo fue un «humilde» rollito con cangrejo, gambas y huevas de salmón, súper delicado y delicioso.
Pero el sushi, uf… el sushi. Cada bocado era como ir al Pacífico, encontrar un pez y darle un bocado. Absolutamente fresco, extraordinariamente jugoso. Pon aquí todos los superlativos que quieras, que no llegan a la sombra de lo que se experimenta. El Buri era algo de otro mundo. La cuenta me sorprendió mucho, ya que con dos platos y una cerveza Asahi ni llegué a los 30€.
De vuelta a casa, decidí visitar la zona alrededor del mercado, donde encontré cosas bastante curiosas, tipo un sitio que venden sushi de kebab (¿Ves? ¡No todo es pescado crudo!). Estaba a reventar, por lo que no pude probarlo. ¡Lástima!
Cerca había las míticas cafeterías temáticas, éstas siendo de animales. La de los cachorritos parecía mona, pero la que me intrigaba era la de búhos. Otro día, lo prometo!
¡Y eso es todo! Esa fue mi mañana un tanto completa en el mercado de Tsukiji. Espero que no se haya hecho demasiado largo, y a ver si consigo ser igual de entretenido con el resto del blog.
¡Que pases un buen día y hasta la próxima!
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