Siguiendo la tendencia de estas últimas semanas, encontré otro food market. Seguramente todos conocen el Yatai Market, ya que la cantidad de dinero invertido en marketing es descomunal. Abrió en 2017, definiéndose como “el primer mercado de comida asiática en Madrid”, encontrándose ahora con miles de reseñas y artículos.
Garabatos pseudo-japoneses que no significan nada
Todos ellos hablan de lo pintoresco que es el sitio, asaltando los sentidos con neones y carteles llenos de logogramas asiáticos, aunque personalmente, me parece un intento forzado para intentar reproducir una ambiente genérico, tomando como referencia las películas ochenteras basadas en cualquier Chinatown de California, hecho por alguien que nunca ha puesto pie en Tokio, Hanoi, Bangkok o cualquier otra metrópolis asiática.
Vendiendo humo y poco más
Para mi, cuando uno va a comer, quiere comer y, a ser posible, tener buen servicio. En cambio, aquí se nota la necesidad de crear un ambiente digno de Instagram, donde servir comida recalentada o pre-hecha se considera aceptable, siempre y cuando los clientes hagan un selfie con sus docenas de hashtags. Si encuentras sitio para sentarte y no quieres estar en la terraza en invierno mientras llueve y nieva, mejor.
Un sitio mágico donde el pollo se quema por fuera, pero dentro sigue crudo… ¡Ñam!
Sinceramente, no lo entiendo. Se tarda casi lo mismo en hacer las cosas bien que mal. Obviamente sale más caro, pero ¿los dueños de este tipo de establecimientos no prefieren que los clientes repitan, en vez de atraer con colorines y atacar a los que se “atreven” a poner reseñas negativas? No es una forma de hablar: la cantidad de reseñas y comentarios eliminados es abrumador. El comentario que me hicieron en privado es espectacular y desde aquí les agradezco la carcajada que me han sacado.
Con 15€ con suerte te sirven un mojito aguado y unas gyoza recalentadas
Puedo pasarme el día riéndome de que todo parece estar pre-cocinado a varios kilómetros del mercado, que la comida sabe igual que la bandeja de cartón desechable sobre la cual está servida, que si los cócteles cuestan el doble de lo que deberían (ahí es donde realmente te pillan), o que estás obligado a comer con la banda sonora compuesta por pachangueo barato, Spice Girls o música genérica de vlog de viajes. El problema está en otra parte: el excesivo marketing y el postureo por las redes sociales tapa a menudo la realidad.
El problema de las reseñas y las Redes Sociales
Vamos a alejarnos del Yatai y a hablar de datos de todo el sector hostelero. Según muchas estadísticas, más de dos tercios de las personas se dejan influenciar por las reseñas de los restaurantes a la hora de decidir dónde ir. Dada su enorme importancia, se sabe que el marketing es imperativo para sobrevivir, pero cuando se recomienda un budget entre el 3 y el 6% aplicado a este departamento, algunos empresarios prefieren gastar más de la mitad, con tal de atraer más y más personas, como si es de forma deshonesta.
Muchos caen en la trampa de “comprar reseñas” para subir artificialmente la puntuación en sitios como Google o Trip Advisor, pero por suerte algunos países ya consideran tales prácticas como delito penal.
El primer post en Instagram. Que perrito más mono
Instagram tiene un grandísimo papel en todo esto, ya que es la cuarta app con más usuarios. A lo mejor eso no dice mucho, pero más de un billón de personas la usan cada mes. ¡Un billón, con “B”! Con tal mina de oro ya no importa lo que vendes, sino cómo lo vendes.
Los influencers
Vamos a lo básico: los influencers son aquellas personas que influyen a la hora de vender algo, a través de las redes como YouTube, Facebook o, mayormente, Instagram. Personalmente, los veo más como esas personas que hacen malabares y acrobacias con carteles en forma de flecha para anunciar un negocio, llevados al mundo digital. A la mayoría los encuentro molestos o “subiditos”, pero su impacto en las ventas es indiscutible.
Pescando likes para ese chute de dopamina…
Hay quién se ha convertido en influencer gracias a los temas que tratan sus canales o imágenes publicadas, anunciando un lugar, producto o evento, y las empresas cada vez más acuden a ellos por su enorme capacidad de exposición. Un solo post suyo y ya tienes a decenas de miles o incluso centenares de miles de personas interesadas en cuestión de minutos.
Por ello, cerrando un poco el círculo y el tema, la calidad de un producto parece secundario; importa el cómo te lo venden. En estos tiempos de pasar el día encerrado, mirando el mundo a través de una pantalla por miedo a la pandemia, si un personaje famoso recomienda un sitio y las fotos son bonitas, la mayoría acaban yendo.
Es esto el futuro?
Hay millones de personas en Madrid, y muchos más en el resto de la península. Si desagradas algunos por comida insípida y cara, da casi igual para estos empresarios. Lo importante para ellos es seguir con las puertas abiertas y las fotos con likes, día tras día.
El Yatai Market, a pesar de tener un nombre ilógico (Yatai significa “puesto de comida móvil” en japonés), ha apostado fuertemente en marketing nada más abrir las puertas, pero ya nos lo contó el refrán: “la mona vestida de seda, mona se queda”. Por muchos neones que pongan y por muchos post en Instagram que haya, la comida sigue siendo peor que la que uno encuentra en un supermercado, en la zona de congelados. Por ello, lo único que puedo recomendar hacer en un sitio así es ir, sacar cuatro fotos, y comer en otro sitio a la mitad de precio y al doble de la calidad.
Confío en que esta burbuja explote y que nos centremos en lo que sentimos cuando disfrutamos de la comida bien preparada, dejando a un lado lo que puedan pensar los demás al subir fotos de postureo. Lo que importa es la comida en sí y no a ver que hashtags le pongo al bocadillo que me estoy comiendo.
Dicho esto, me ha entrado hambre, va siendo hora de preparar algo.
¡Hasta la próxima!